CAMPAÑA ELECTORAL DE VOX: UNA ALERTA PARA REACCIONAR .

La campaña electoral de la Comunidad de Madrid está dando mucho de qué hablar. Los mensajes de Vox están atrayendo mucha atención. Aunque la campaña ya esté terminando, es importante hablar sobre esos mensajes de Vox, porque se van a quedar más allá de la campaña y porque demuestran la urgencia que hay en reaccionar contra ellos. En este artículo, voy a desmontar dos de los momentos más mediáticos de la campaña de Vox: el cartel comparando las pensiones con el coste de la atención a los menores extranjeros no acompañados, y el debate en la cadena SER del que se marchó Pablo Iglesias.

¿426 euros de pensión frente a 4.700 euros para los menores no acompañados?

En un cartel de campaña, Vox compara la pensión de una señora mayor, a la que presenta como la abuela de cada uno de los lectores del cartel, con lo que “cuesta” un menor extranjero no acompañado. Su resultado: 426 euros frente a 4.700 euros mensuales. ¿Es cierta esta comparación?

En primer lugar, hay que aclarar que los niños y niñas migrantes que llegan solos a España desde otros países no reciben una paga de 4.700 euros directamente todos los meses para hacer con ella lo que quieran. Ese dinero es el que cuestan todos los servicios que se prestan a los niños y niñas migrantes no acompañados: el alojamiento en un centro, el sueldo de todas las personas que trabajan en él, su manutención, su atención sanitaria, su ropa, su material escolar…todo junto.

Cuando Vox habla en el cartel de “la pensión de tu abuela” y la cifra en 426 euros, debería especificar un poco más. Según datos oficiales del Ministerio de Seguridad Social, la pensión contributiva media en Enero de 2021 no fue de 426 euros, sino de 1.028 euros. Esta media incluye las pensiones de jubilación, incapacidad permanente, viudedad, orfandad y en favor de familiares. Estas son las pensiones que se pagan con las cotizaciones de los trabajadores y empleadores. Si nos quedamos solo con las pensiones de jubilación, la pensión media mensual es de 1.182 euros (podéis consultar este dato en el documento Excel que está en el enlace anterior). Desde 2010, la pensión media de jubilación ha pasado de 892 a 1.182 euros mensuales. Pero ya que Vox nos pone en el cartel la foto de una anciana, aunque sin especificar su edad, miremos más de cerca. La pensión media de jubilación de una mujer de 75 a 79 años es de 781 euros; para las mujeres de 80 a 84 años, 671 euros y para las mujeres de 85 y más, 621 euros. Las de viudedad, para los tres mismos grupos de edad y por el mismo orden, son de 778, 753 y 708 euros. Si hablamos de pensiones no contributivas, la pensión no contributiva íntegra de jubilación son 403 euros al mes, que pueden llegar hasta los 604 euros al mes en caso de discapacidad superior al 75% y necesidad de cuidados. Existe además un complemento de pensión para el pago de alquiler de 525 euros al año; es decir, casi 44 euros más al mes. Por último, hay que tener en cuenta que algunas comunidades autónomas pagan un complemento a las pensiones no contributivas. La Comunidad de Madrid no se encuentra entre ellas. Por ejemplo, Aragón paga un complemento de 353 euros al año. Cataluña paga un complemento máximo de 161 euros al mes y Andalucía aprobó para 2020 un pago único de 135 euros.

No me queda claro de dónde se ha sacado Vox el dato de 426 euros. Parece ser que, según ha dicho Rocío Monasterio, es la pensión que cobran “muchas abuelas”. Así pues, no parece que Vox haya hecho ningún cálculo, sino que ha puesto la cifra al buen tuntún, según lo que a ellos les parecía. Ya he dicho en algún otro artículo que Vox es un partido que destaca por su incompetencia, por su desinterés y por su holgazanería. No se han molestado ni siquiera en hacer un cálculo. Nos cuentan que ellos son los que dicen la verdad, pero ya vemos que su verdad no tiene ningún fundamento, sino que es lo que a ellos les parece. Sin especificar si la pensión es contributiva, no contributiva o de viudedad, se sacan de la manga 426 euros, y dicen que esa es la verdad. Seguro que hay mujeres que cobran 426 euros de pensión, no lo discuto, pero es un dato cogido completamente al azar. Ni siquiera se molestaron en mirar el dato de la pensión contributiva íntegra, 403 euros al mes, que es menos que los 426 que ellos dicen y les habría servido mejor para su propaganda. 426 euros es el importe de subsidios extraordinarios para parados de larga duración que se han ido aprobando en estos años de atrás. Parece que alguien en el departamento de comunicación de Vox se ha confundido un poco.

Todo esto no oculta que las pensiones, sobre todo, las no contributivas y sus complementos, dejan mucho que desear, y que son especialmente bajas para las mujeres. La reivindicación del aumento de las pensiones desde luego va mucho más allá de Vox, que se abstuvo en la votación sobre subida de pensiones en 2020. Con todo y con eso, para hacer una comparación mejor entre pensionistas y niñas y niños migrantes no acompañados, habría que tener en cuenta que la acción protectora de la Seguridad Social no se limita al pago de las pensiones. De acuerdo con el artículo 42 de la Ley General de la Seguridad Social, la acción protectora incluye también la asistencia sanitaria, entre otros, en casos de enfermedad común y accidente (que son los problemas que podrían afectar a la señora del cartel de Vox), y prestaciones de servicios sociales para personas mayores. De este modo, a los supuestos 426 euros de “tu abuela”, habría que sumar los 1.340 euros que gasta la Comunidad de Madrid en sanidad al año por habitante (si aquí afináramos por grupos de edad, seguro que saldrían más euros al año para las personas mayores). Esto añade 112 euros al mes. Si “tu abuela” fuera además beneficiaria de alguna prestación de la Ley de Dependencia, habría más importes que sumar a esa cuantía mensual.

Creo que esto ya basta para ver que en el cartel de Vox, lo que menos importa es la verdad. Para no alargarme mucho, no voy a entrar a examinar la cifra de 4.700 euros por niño o niña no acompañado. Aquí y aquí se puede leer sobre las inexactitudes de Vox a este respecto. Pero sí diré que UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) se ha pronunciado en contra de acoger a estos niños y niñas en centros, y que está a favor del acogimiento familiar, que es mejor para los propios niños y niñas, y cuesta menos dinero. Así que, si no gastamos menos, es porque estamos optando por el modelo de acogida equivocado.

No se trata de decir la verdad

Aunque Vox afirme que ellos son quienes dicen la verdad cuando lanzan esta clase de mensajes, está más que claro que no es eso lo que buscan. No solo porque la información sea imprecisa o directamente falsa, sino por cómo la presentan. No hay más que ver la imagen, que no voy a reproducir aquí por motivos éticos. Al niño extranjero no acompañado se lo presenta con un aspecto que pretende evocar el de un agitador violento: con capucha y con la cara tapada por un embozo. No hay más que decir, se trata otra vez de agitar miedos irracionales

Si en España tenemos un problema con las pensiones, no es a causa de los niños y niñas extranjeros no acompañados. Como demuestran algunas de las cifras que he puesto más arriba, las pensiones, aunque sigan siendo ridículas en algunos casos, no han dejado de subir. No parece que la llegada de los niños y niñas no acompañados haya causado una reducción de las pensiones, puesto que en el pasado, no eran más altas. Aquí vemos que Vox no es un partido que se preocupe por las personas en situación de necesidad, porque, al contrario, lo que hace es enfrentarlas a unas con otras: pensionistas con niñas y niños no acompañados, trabajadoras precarias españolas con extranjeras… Así, divide a la gente que se puede oponer a sus políticas.

El problema de las pensiones está relacionado con muchas cosas: con los salarios que se pagan, con la productividad del trabajo (bajas ambas cosas en España), con la cuantía de las cotizaciones, con la elevadísima tasa de paro, con la precariedad laboral, con lo tarde que encuentran los jóvenes su primer empleo… Es esto lo que explica los problemas de las pensiones, y no los niños y niñas extranjeros no acompañados. (Digo todo el tiempo “niñas y niños”, porque el artículo 1 de la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, a la que España está obligada, define como niñas y niños a todas y todos los menores de 18 años.) Una vez más, Vox nos demuestra que no busca en realidad las soluciones a los problemas, sino solamente crear miedo y malestar, porque piensan que así los votará más gente y llegarán al poder.

El debate en la SER: ¿cómo reaccionar?

El debate en la SER fue un ejemplo de libro de cómo actúa la extrema derecha. Rocío Monasterio dio un espectáculo muy poco civilizado y el momento fue especialmente duro para Pablo Iglesias; también para Mónica García y Ángel Gabilondo, mientras que Edmundo Bal no pareció tener mayor problema. Recordemos que Pablo Iglesias se levantó cuando Rocío Monasterio puso en duda las amenazas que han recibido él mismo y otros, aquellas cartas con balas de cetme. A partir de ese momento, ella comenzó a invitarlo a que saliera del plató, a que se fuera de España, se metió con la moderadora, y no respetó ninguna regla del debate ni de mínima cortesía. Acaparó toda la palabra y toda la atención, montando mucho ruido y creando mucha confusión.

Es difícil saber cómo reaccionar a las provocaciones y a los descarrilamientos de la extrema derecha. Yo no manejo todas las técnicas que existen, y seguramente no conozca ni domine las mejores. Pero compartiré aquí una que aprendí en un taller de argumentación cuando vivía en Alemania. Cuando estemos hablando con una persona que expresa ideas de extrema derecha, y además lo hace como Rocío Monasterio, sin ningún respeto, se les puede relatar qué es lo que están haciendo en ese preciso momento en que lo hacen, analizándolo, explicando qué es lo que pretenden con ello y cómo nos hace sentir. Tomemos como ejemplo la actuación de Rocío Monasterio en el debate de la SER. Habría consistido en tomar la palabra y decir algo como: “Rocío Monasterio se está saltando las reglas del debate para poder hablar ella más tiempo del que le toca, quitándonos tiempo a los demás. Ataca personalmente a las demás participantes para desconcentrarlas y que no puedan responder, nos envía al exilio como en el siglo XV y dice que la única española en la sala es ella. Lo suyo no es frescura ni rebeldía, es acaparar ventajas que no le corresponden haciendo trampas y queriendo echar del país a quienes nos on como ella”. De esta manera, se explica y se visibiliza qué estaba haciendo y qué estaba buscando Rocío Monasterio al comportarse así. Vamos a analizarlo ahora con más detalle.

Rocío Monasterio, sobre todo, no se calló. Aunque no fuera su turno de palabra, siguió hablando todo el tiempo, interrumpiendo a quien fuese, saltándose los turnos, comentando todo lo que veía y todo lo que decían los demás. Al hablar, atacaba personalmente a los otros participantes del debate y a la moderadora.

En primer lugar, al hablar sin parar, sin respetar los turnos de palabra, interrumpiendo a los demás, o hablando a la vez que ellos, lo que Rocío Monasterio intentaba era sacar una ventaja ilegítima para sí misma. Un debate tiene unas reglas acordadas por los participantes. Esas reglas aseguran que todos tengan las mismas oportunidades de hablar: el mismo número de intervenciones, los mismos minutos, y el mismo respeto de los demás participantes, que deben guardar silencio mientras habla quien tenga el turno. Al saltarse todas esas reglas, Rocío Monasterio consiguió unos minutos en el uso de la palabra, y así, una atención del público, que no le correspondían de acuerdo con las reglas. Además de eso, consiguió callar a los demás participantes del debate, que no podían utilizar sus turnos de palabra. Así, consiguió hablar más de lo que le tocaba. Sus seguidores dirán que tuvo una actitud valiente, sin complejos. Hay gente que piensa que hay algo de admirable y de rebelde en saltarse las normas. De hecho, Vox juega mucho a ser el partido rebelde, el que no es como los demás partidos. Rocío Monasterio jugó esa carta con su actitud en el debate. Pero en realidad, lo que hizo no tiene nada ni de rebelde, ni de admirable. Simplemente, trató de sacar partido para sí misma de la ruptura de las reglas, en perjuicio de los demás. Una actitud muy vieja: la de la ley del más fuerte. Una actitud egoísta, que solo piensa en el propio beneficio y que demuestra muy bien la manera de pensar de la extrema derecha: romper cualquier regla, pero no en nombre de la libertad, sino del propio provecho. Así gobernarían, si algún día llegaran a hacerlo.

En segundo lugar, al decir a Mónica García que tenía cara de amargada, Rocío Monasterio no estaba intentando ofender a Mónica García, sino que la quería dejar fuera de combate. El desparpajo aparente de Rocío Monasterio buscaba obtener una ventaja ilegítima otra vez. Su intención era descolocar a Mónica García, irritarla y desconcentrarla para que no pudiera seguir centrada en la discusión. Una regla básica de un debate es el respeto por los demás participantes. Rocío Monasterio se la saltó para dejar fuera de juego a su rival, pero no con sus argumentos, sino con un ataque personal que no aportaba absolutamente nada al debate. Efectivamente, los cinco candidatos y candidatas no se habían reunido en la SER para hablar de la cara de Mónica García, sino para debatir sobre la Comunidad de Madrid. De nuevo, Rocío Monasterio será jaleada por sus seguidores por su aparente frescura y libertad de convencionalismos, pero en realidad, solo se trata, otra vez, de obtener ventajas que no le corresponden de acuerdo con las reglas.

Lo que Rocío Monasterio dijo también habría merecido un análisis en directo. Rocío Monasterio habló en nombre de todos los españoles y españolas, cuando dijo “los españoles queremos a Pablo Iglesias fuera de la política”. Este es un truco retórico muy viejo de la derecha española, ya muy conocido. Consiste en afirmar que los únicos españoles son ellos; si no piensas como ellos, no eres español. Es una minoría que se apropia de una identidad. Es poner una frontera, entre los que están dentro, y los que se quedan fuera. Y el privilegio de poner esa frontera, y de decidir quién está en cada lado, se lo quedan ellos solitos. Esto nos da una idea de la sociedad que quieren construir: una sociedad de gente que está en el lado correcto, y otros que se equivocan. Una sociedad en la que ellos tienen el poder de determinar tu destino diciendo de qué lado caes. Eso sí, ellos y los suyos siempre estarán en el lado bueno. Un lado bueno definido solamente por ellos. Difícil hablar de libertad, cuando hay una pequeña minoría que monopoliza la identidad de todos y define lo bueno y lo malo únicamente de acuerdo con sus propios criterios, sin discutirlo ni acordarlo con nadie. O lo tomas, o lo dejas. Así, nadie es libre de ser español o no serlo. La alternativa es solamente si eres de Vox o no lo eres.

Finalmente, Rocío Monasterio pidió que Pablo Iglesias se fuera de España, diciéndole, de nuevo, que eso era lo que los españoles queríamos. Es decir, que Rocío Monasterio estaba enviando a Pablo Iglesias al exilio, a pesar de que la pena de destierro fue eliminada del Código Penal ya hace mucho, y a pesar de que el Derecho de la Unión Europea prohíba que los Estados miembros fuercen a los ciudadanos de la Unión a abandonar el territorio de la UE, privándolos así  de los derechos que les da dicha ciudadanía. No es de extrañar, porque a Vox, la Unión Europea se le queda grande; ni la quiere, ni la entiende. Vox demuestra así que quiere un país “limpio” de todas aquellas personas que no son de su gusto. Sólo tienen derecho a residir en España quienes pasen el examen de Vox; las demás, fuera. Es imposible creer que un partido así defienda mínimamente la libertad, ya que la libertad es, en primer lugar, la libertad de ser diferente sin ser tratado peor por ello. Las palabras de Rocío Monasterio podrán sonarles a algunos como un desacomplejado “vete a paseo”, pero son mucho más peligrosas. España ya ha perdido muchas personas valiosas a cuenta del exilio. Desde hace mucho. En 1492, entre muchos otros, tuvo que marcharse el astrónomo y matemático judío y salmantino Abraham Zacut, y se marchó a poner su conocimiento al servicio de la corona portuguesa hasta que también se tuvo que ir de allí. Hoy, la Biblioteca de Ciencias de la Universidad de Salamanca lleva su nombre, pero no se podrá recuperar lo que en su tiempo se perdió. Ya en el siglo XXI, el científico Bernat Soria se tuvo que ir a Singapur para hacer experimentos biomédicos que el Gobierno español (el segundo gobierno de Aznar) le impedía realizar. Son distintas formas de exilio, pero todas ellas buscan sacar del país a quienes no se ajustan a lo que quieren unos pocos, en perjuicio de todos.

Es muy difícil condensar todo esto en pocas palabras, oralmente, en un debate con mucha tensión y mientras Rocío Monasterio no paraba de acaparar el uso de la palabra. En frío, lo que he analizado parecen obviedades, pero en el fragor del debate, resulta mucho más difícil analizarlas y formularlas de manera clara y directa. Tendemos más a perder los nervios, a devolver un ataque personal con otro… y a dejar el análisis para más tarde. Sin embargo, es muy importante reaccionar con lucidez en el momento, para que la audiencia del debate reciba inmediatamente ese análisis y pueda salir de la trampa de las supuestas frescura y rebeldía que vende Vox.

Reflexión final

Vox es un partido que al que no le gusta la democracia porque no le gusta el presupuesto fundamental de la democracia, que es el pluralismo. Ya lo hemos visto. Si no eres como ellos, no eres español ni se te ha perdido nada en España. Así que puedes hacer dos cosas: largarte, o hacerte de Vox. Así quieren conseguir una sociedad homogénea y a su gusto, no plural.

La alternativa a la democracia es la tiranía, y Vox, con distintas declaraciones y actitudes, ya ha dejado claro cuál es el tipo de tiranía que prefiere: la franquista. ¿Moderno? ¿Rompedor? ¿Rebelde? ¿Emancipador? No; todo lo contrario. La desfachatez, el descaro y la falta de civilidad de la extrema derecha suelen dejar a sus rivales estupefactos, pero hay que salir de esa estupefacción y reaccionar ya. Espero que esta entrada pueda daros algunas ideas sobre cómo hacerlo.

Daniel Toda Castán

Sevillano y salmantino nacido en 1986, soy licenciado en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad Carlos III, tengo un Master en Derechos Humanos y Democratización y un doctorado en Derecho por la Universidad Alemana de Ciencias de la Administración de Speyer. Actualmente, trabajo como técnico de asuntos europeos e internacionales en Donostia/San Sebastián.

Desde la redacción de ametzagaina.org, queremos agradecer el permiso para su publicación.Podeis seguir sus articulos y opiniones en :elderechoylapolitica.com



Categorías:LIBRE EXPRESIÓN

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