Así empezó todo
Eran aproximadamente las dos de la madrugada del 17 de mayo de 2011 cuando leímos en Twitter que había un grupo de personas que, emulando lo que estaba ocurriendo en la madrileña Puerta del Sol, se había concentrado en nuestra ciudad en el Paseo del Salón.
Hasta ese momento la manifestación del 15 de mayo había sido simplemente una gran movilización. Jamás pude pensar que aquella manifestación en la que participé, debo reconocerlo entre esperanzado y crítico, constituiría un punto de inflexión para la política y la sociedad de este país.
Llegué al Paseo del Salón acompañado de dos amigos y allí encontramos un grupo de unas cincuenta personas, la mayoría jóvenes, dialogando. Después de debatir durante un buen rato y ante la imposibilidad de convocar a más gente a esas horas de la madrugada, decidimos hacer un llamamiento a una asamblea que se celebraría la tarde siguiente.
Aquella asamblea de la tarde del 17 de mayo marcó un antes y un después para mí porque empecé a ver cómo algunas de las formas que los activistas en movimientos sociales usábamos tradicionalmente se estaban viendo desbordadas por un movimiento que no reproducía nuestras lógicas (ni la del conflicto, ni la de la identidad) y apostaba por una transversalidad antes desconocida. Allí había unas doscientas personas de pié, en mitad del Paseo del Salón decidiendo qué hacer. Tomábamos la palabra unas y otros para dar nuestra opinión acerca de si en Granada tendría éxito una convocatoria como la de Sol… hasta que llegó el turno de Antonio. No puedo recordar exactamente qué dijo, pero sí cómo lo dijo; fue la primera vez que sentí que ahí todos y todas estábamos a una.
Y después de dos horas argumentando no hubo más palabras; ya no había miedo sino ganas de empezar a trabajar y acampar juntos en uno de los lugares más emblemáticos de nuestra ciudad, a las puertas del propio Ayuntamiento, la plaza del Carmen.
Esa madrugada decidí ir a descansar para volver a primera hora de la mañana y así poder dar el relevo a quienes se quedaban acampados. Ni siquiera había llegado a casa cuando una llamada me avisó de lo que estaba pasando: la policía había comenzado a desalojar por la fuerza la acampada. Cuando regresé a la plaza estaban sacando en volandas a las primeras personas y pude presenciar tras el cordón policial
(en la calle Navas) el poco respeto que los agentes mostraban hacia quienes ya eran mis compañeros y compañeras. Cuando habían desalojado completamente el lugar, comenzaron a lanzar pelotas de goma con lo que la multitud se dispersó sin tener un punto de encuentro. Quienes conseguimos reagruparnos en Plaza Nueva reafirmamos la decisión de volver a la acampada al día siguiente (como estaba previsto en los acuerdos de urgencia tomados esa misma tarde).
Esta llamada corrió como la pólvora y si en la noche del 17 al 18 de mayo había unas doscientas personas, el día 18 éramos más de mil.
La historia de la Acampada Granada 15M, que corre paralela a la de todas las plazas levantadas en el mundo aquel 2011, comienza a forjarse gracias a la solidaridad y la reacción ante ese desalojo. Quizá sin aquellos empujones, aquellas patadas y aquellos tirones de pelo, quizá si a aquel compañero no lo hubieran levantado por el cuello, el 15M de Granada no habría llegado a ser lo que fue. Entonces todo era impredecible; cualquier gesto del poder podía prender la mecha de la indignación… Y prendió.
Las siguientes páginas son resultado de un trabajo de archivo que ha tratado de recuperar los discursos, los debates y la crónica que el propio 15M de Granada fue construyendo desde aquellos días.
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ARCHIVO 15M GRANADA
Categorías:BIBLIOTECA VIRTUAL AMETZAGAÑA
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