Caso Errejon y el shock social.

 

Cuando pienso en esta gran oleada de condenas a Iñigo Errejón, la firmeza de las declaraciones, el enorme consenso entre colectivos y políticos de todo color emitiendo sentencia, me acuerdo del caso Dreyfuss, que en 1894 fue acusado y condenado por alta traición, gracias a la campaña de la clase política que arrastró la opinión publica. Evidentemente el Caso Errejon y el de Dreyfuss no tienen nada que ver, aunque si nos permite reflexionar sobre el hecho de que no siempre la opinión publica está en el lado de lo que es justo. En cambio, en este caso parece que sí.

Es demasiado evidente. Errejón reconoció tener comportamientos machistas y vejatorios. Hay, además, muchos testimonios, y una denuncia. Los hechos son muy graves ya que se deben a una figura política relevante, con gran poder mediático, en situación dominante. Es un caso de libro. Un hombre de éxito que se aprovecha de sus víctimas, a las que utiliza como forma de satisfacer sus deseos más rastreros, ocultando su «perversión» en otro ese personaje aniñado con un discurso educado y feminista. Todo encaja con el personaje del doctor Jekyll y mister Hide.

La condena es general, porque la indignación es general, pero con una condena prematura se ha desatado un linchamiento que no es feminismo, porque la verdadera igualdad pasa por esclarecer los hechos y buscar justicia.

El caso Errejón ha provocado un enorme shock sobre todo porque las denuncias afectan a un político con un discurso limpio y honesto, contundente, defensor de las mujeres, del voto a favor de la igualdad, que generaba un enorme consenso social. ¿ Es esto posible ? Lo cierto es que él mismo ha reconocido comportamientos vejatorios, lo cual resulta realmente sorprendente. Una misma persona vota a favor de leyes de igualdad y actúa a la contra. El hecho es tan sorprendente que muchos se conforman con una respuesta sencilla que no cause problemas. Bastaba con condenar a Errejón y no hacerse preguntas. Bastaba con entender que Iñigo es un gran actor y utiliza sus encantos para engatusar a las mujeres y lograr satisfacer sus depravados deseos sexuales. Establecer cualquiera otra hipótesis sería machismo, y ponerse del lado del culpable. Es este el relato que ha conquistado a la opinión pública, pero al olvidarse de otros elementos en juego, no sirve para explicar el comportamiento vejatorio del denunciado.

En efecto. Los testimonios de mujeres agredidas manifiestan comportamientos extraños en el político, su desvinculación mental de sus prácticas, cierta frialdad y falta de empatía, cambios repentinos de carácter. Se reconoce que Errejón estaba siendo tratado en terapia, como él mismo confirmó. La propia Elisa Mouliaá declaraba que «tiene un problema mental que no solo es sexual, es algo más». Algunos de sus actos rechazables los practicó en publico, un síntoma de descontrol. La psicóloga Lara Ferreiro considera que se puede tratar de un posible psicópata con un síndrome de Erostrato, es decir adicción a la fama y al poder con un trastorno narcisista, que utiliza una máscara encantadora para crear confianza en las mujeres, agredirlas y abusar de ellas. Reconoce que tiene una posible enfermedad, y considera que este trastorno está siendo utilizado por el mismo personaje que controla sus acciones. La enfermedad sería, a su entender, su instrumento, no la causa de sus comportamientos.

Sobre problemas mentales conocemos aún poco, incluso en algunos ámbitos médicos. En la política es algo que se oculta, por miedo y ser muestra de fragilidad. Se sabe aún menos sobre la enfermedad denominada OCD ( Obssesive-Compulsive Disorder), que en castellano recibe el nombre de TOC (Trastornos Obsesivos Compulsivos). Tuve la oportunidad de entender esta enfermedad tras 8 años de convivencia con un joven de 20 años que lo padecía. Ayudar a que cambiara de comportamientos era casi misión imposible. Acudí a psicólogos y psiquiatras en Dublín y en el Reino Unido, donde hay grandes especialistas. Su trastorno no estaba relacionado con comportamientos sexuales, sino que generaba ruminaciones mentales, chequeos repetitivos, inhibición, desapego, incapacidad de interactuar y hacer cosas tales como regar un jardín, o llevar la basura a un contenedor, y otros pensamientos relacionados con la muerte. Las desviaciones en comportamiento sexual también se ven afectadas por las obsesiones y compulsiones aunque sea en otros actos.

Para el comportamiento sexual exacerbado, o una falta de control en el sexo, se utilizaban expresiones como «ninfomanía», «adicción al sexo», o «hipersexualidad», y a dichas personas se las consideraba «pervertidas». Hoy se conoce la realidad del problema. Hace escasos años, en el 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS), incluyó la etiqueta «Trastorno por Comportamiento Sexual Compulsivo» ( TCSC ) para denominar esta desviación de la conducta sexual. Es un trastorno que descontrola la conducta de quien lo padece. Puede curarse pero requiere mucho esfuerzo en una mente condicionada y enferma.

Estas personas se esfuerzan en abandonar sus comportamientos sexuales pero no pueden dejarlo. Su enfermedad muestra alteraciones en el cerebro similares a las que provocan otras adiciones a sustancias y/o comportamientos. Los centros celébrales relacionados con la recompensa y la dopamina pueden deteriorarse debido a este descontrol sexual. Además, con sus actos no obtienen placer sexual, muestran indiferencia y pueden tener consecuencias graves en aéreas de su vida. No solo la sufren el 10% de los varones, también un 7% de las mujeres.

Los que padecen este trastorno presentan rasgos de impulsividad, ansiedad, son incapaces de retrasar la gratificación y padecen falta de control inhibitorio, cambios de ánimo e irritabilidad. En muchos casos buscan salidas falsas para calmarse, como el alcohol, el tabaco, cannabis y otras sustancias. Presentan también dificultades de regulación emocional, dificultad para la expresión emocional, problemas de estabilidad, poco interés en la relación con la propia pareja, y una gran culpabilidad por sus actos sexuales.

En estos casos hay un camino para la cura, pero requiere mucha conciencia de los que le rodean: motivación, fortaleza, paciencia, cariño, ayuda y dedicación para que el enfermo se cure. El tratamiento más adecuado es la terapia y el comportamiento adecuado de los que rodean al paciente en su vida diaria. Los acompañantes sufren mucho en esta tarea por lo que es recomendable que lean el tratado de ayuda para el OCD.

El caso Errejón ha sido una sorpresa y aún desconocemos los hechos y todos los factores que rodean al mismo. ¿Es un manipulador con dos caras?. ¿Es un maltratador con ideología patriarcal?. ¿Es otra victima por enfermedad mental?. Hoy hay conocimientos suficientes para diagnosticarlo. Hay profesionales muy preparados. Los que no somos profesionales debemos de cuidarnos de elevar juicios precipitados. Condenar o negar sin conocimiento ha sido nuestro mayor fracaso histórico.

Hubo un tiempo en que sufrí las consecuencias de una desgracia en mi niñez, a raíz de la cual cambió mi comportamiento. Creí durante años encontrarme bien, y aparentaba estar bien, pero era una máscara utilizada sin ser consciente de ello. La depresión interna era anulada por una firmeza angustiosa. Funcionó hasta que un día, aquél falso equilibrio estalló en mil pedazos, y sufrí una parálisis física por causa de aquél suceso, después de 30 años. Tras muchas sesiones de psicoterapia y pastillas comencé a vivir la vida sin sufrimiento. Eso me permitió entender, tras mucho esfuerzo, a aquél joven de 20 años que no podía controlar sus comportamientos.

Se pasaba horas postrado en la cama porque no podía hacer nada estando físicamente en muy buen estado. No podía ni siquiera limpiar un plato porque cuando lo hacía, su grado de ansiedad se elevaba hasta los techos. Sufría, día si y al otro también, y sufríamos todos a su lado. Algunos familiares le decían que era un vago, otros, que utilizaba la enfermedad para no trabajar. Solo su madre le entendía y le daba cariño, gracias a lo cual ha mejorado.

El caso Errejón debe ser estudiado y juzgado. Los Tribunales deben dictar sentencia con todas las garantías. Mis opiniones no son un juicio, ni menos aún una sentencia, solo que, podrían considerarse como una de las hipótesis no mencionadas. No salvan a Errejon, porque ya ha sido destruido. Las denuncias que ha de asumir Errejón tendrán el castigo que corresponda. Solo espero que las victimas tengan todo el cariño necesario, e Iñigo se cure, que tenga gente cercana que le comprenda, y una segunda oportunidad como fue en mi caso.

Lo importante de estas situaciones es que podemos aprender mucho, con un juicio justo, sin esas pasiones que nos arrastran al linchamiento, lo que ayudaría a reforzar políticas más justas y honestas, que es lo que defienden mujeres y hombres en el feminismo.

Estamos en el eterno debate desde tiempos de Platón. ¿Somos realmente libres? Podemos decir que sí, pero no hemos de olvidar que hay límites a la libertad, por razones políticas, económicas, sociales, culturales, y también por enfermedad. No olvidemos, en todo caso, que no solo los enfermos pierden la empatía. Su falta está por doquier, nos contamina a todos los que pensamos estar libres de toda mancha, aunque, conviene recordar que siempre hay un lugar para la esperanza.

JON GORROTXATEGI



Categorías:LIBRE EXPRESIÓN

1 respuesta

  1. muy interesante porque amplia la mirada, observando la necesidad de indagar en las causas de un comportamiento censurable (y sancionable).

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