La DANA nos invita a reflexionar sobre lo que no hicimos, y pudimos hacerlo.

Sufre Valencia, España, la peor DANA de este siglo - Punto MX

La Dana ( «Depresión aislada en niveles altos» ) «ha provocado un desastre difícil de imaginar», decían los periodistas, y añadían: «en el caos, ha quedado un país desconcertado, con más de 200 muertos y miles de desaparecidos, un pais abatido». La Dana ha provocado el desastre, y una ciudadanía indignada por el abandono.

«¿Difícil de imaginar?». ¿Ha sido una sorpresa?.¿Ha sido algo nuevo?. Esta catástrofe nos invita a reflexionar.

La Dana, o gota fría ha sido una constante periódica en el Mediterráneo, en especial en la la Comunidad valenciana y la Región de Murcia. Las riadas de Murcia y Alicante en 1879 causó 1000 muertes. La de Valencia en 1957, 81 victimas, y en Alicante en 1982 y 1997 dos desvastadoras inundaciones causaron decenas de fallecidos. En 1982 una gota fría derrumbó el pantano de Tous, arrasando pueblos y valles. En Oliva, el año 1987 se batío el récord de lluvias en 24 horas. Nada menos que 817 l/m2. A partir del año 2000, los desastres se repiten con más asiduidad y más violencia, no solo en el Mediterráneo, sino en toda la península.

Los análisis, las advertencias de la Organización de Meteorología de la ONU ya venían anunciando hace décadas de que el cambio climático conllevaría más desastres, recomendando dar prioridad a la lucha contra el cambio climático porque cada fracción adicional de calentamiento de la tierra provoca un aumento del riesgo de precipitaciones extremas e inundaciones. Tras el desastre de Valencia vuelve a advertir que «las Alertas han de ser tempranas e informadas».

Por último, como dato más evidente, tenemos las Alertas Rojas enviadas por AEMET anunciando el grave riesgo de la Dana para la vida de las personas. Alerta Roja enviada 5 veces, en días previos y el mismo día 29, 10 horas antes del desastre. El peligro fue anunciado, lo que era impredecible era su grado. Se anunció Alerta Roja, el nivel más alto de amenaza en intensidad, en factores adversos, y en probabilidad de que ocurra. En el código europeo la alerta roja se traduce básicamente en dos cosas:

Al haber peligro real para la vida de las personas no debe de viajarse, salvo extrema necesidad, y hay que cumplir con todas las indicaciones y normas dictadas por las autoridades competentes. Las alertas rojas han de ser activadas por los Servicios de Emergencia de las Comunidades Autónomas a las que les afecta.

No se conoce la causa por la que la Generalitad valenciana no activase la alerta en su momento, y se diera la información necesaria a la población. Ese día 29, la gente mantuvo sus rutinas de trabajo como un día ordinario. Tampoco el Gobierno hizo requerimiento para hacerlo. Posteriormente no se pidieron ayudas a tiempo, y no se enviaron en los primeros días del desastre. Muchas voces de políticos y sociales hablan de una responsabilidad colectiva. La ayuda solidaria de la sociedad paliaba en alguna medida la ausencia de las Instituciones Publicas ante unos pueblos abandonados al desastre.

Sin duda, el grado del impacto de la Dana ha sido una sorpresa, pero no todo era inimaginable. Se conocían los peligros que albergaba la rambla del Poyo, por su efecto embudo en determinadas zonas del área metropolitana de Valencia, y en las poblaciones de l¨Horta Sud, donde apenas llovió el martes. Hace 15 años la Confederación Hidrográfica del Jucar proyecto actuaciones para prevenir inundaciones en la cuenca del Poyo y el barranco de la Saleta, puntos negros del desbordamiento. El Ministerio de Transición Ecológica valoró en 221 millones el plan de adecuación y drenaje de estas cuencas. Podría haber paliado gran parte del desastre, pero son obras que no son atractivas para encumbrar a los políticos. Hoy, por no invertir 200 millones, tenemos más de 200 muertos, y unas pérdidas superiores a los 2.000 millones, a añadir a los 200 millones de inversión que han de hacerse como mínimo.

¿Que hace que no actuemos de acuerdo con lo que es evidente? ¿ Qué hace que hablemos de fenómenos inimaginables cuando de hecho teníamos planes para evitar lo que ya era imaginable?. ¿Qué hace que en el mundo real, la razón sea sustituida por la negación de los hechos empíricos?. ¿Retrocede nuestra capacidad humana del conocimiento en la era de la IA a pesar de las aportaciones de Spinoza, Locke, Kant o Wittgenstein?. O, ¿quizás nuestro raciocinio está dominado por las pasiones humanas que no evolucionan a través de los siglos?.

En medio de la tragedia se volvió a la «guerra política», los políticos se reprochan por su responsabilidad institucional y de competencias. Se criticó duramente a la Agencia estatal AEMET, al Gobierno central por no hacer nada, a la Generalitat por su parálisis. Unos implican a otros en cuanto a competencias. ¿Un comportamiento extraño? ¿Es también una sorpresa?

No parece que sea un choque del momento puesto que la falta de políticas para la readecuación de nuestro entorno ante el cambio del clima es clamorosa desde hace muchas décadas, y afectan a unos y otros. El daño de hoy es fruto de muchos años de inoperancia en la clase política. En la ultima década, la critica mutua entre las fuerzas políticas hasta niveles pasionales es fruto de la necesidad de ganarle el pulso al contrario, exacerbando la competencia política, más allá de que unos y otros no desean la tragedia. Esta dinámica solo crea inseguridad e ineficacia, crea una sensación de peligro que se convierte en cierta por no salir de ella.

Los discursos contra el cambio energético impiden luchar contra el calentamiento de la tierra, causa de los desastres. Los favorables a la guerra, empobrecen nuestras vidas, nos llevan a invertir en armamentos que matan. Los discursos pasionales, las mentiras, las condenas desde el anonimato, la desinformación, los linchamientos, todo ello destruye la confianza en la política puesto que no ofrece esperanza.

La Dana nos reclama ser honestos. Admitir que los parámetros climáticos han cambiado, que los desatares naturales se repetirán con más fuerza y asiduidad si no hacemos frente al cambio climático para evitar el calentamiento.

La Dana nos obliga a ser sinceros. Admitir que el Estado es más necesario que nunca, y también las empresas para reconstruir zonas afectadas, y crear riqueza. Reconocer que no tenemos una cultura de la prevención y de la preparación, tan necesaria porque la reacción no es suficiente cuando las muertes y los impactos se han producido.

Lógicamente, habrá que despedir a nuestros muertos, reconstruir toda la zona afectada y la vida de sus gentes, y también sacar enseñanzas y determinar responsabilidades. Seguramente habrá que cambiar protocolos, fortalecer los equipos de emergencia, realizar obras de readaptación del medio, nuevas canalizaciones para la evacuación de aguas, y mucho mas. Y todo ello no será suficiente.

Nada o muy poco cambiará si no cambia la política en el país, y se impulsan medidas eficaces de cambio, porque en las últimas décadas se ha producido un creciente descrédito de las organizaciones políticas, con una pérdida de credibilidad del sistema democrático. El problema no es sólo que los políticos no aciertan cuando hay una Alerta Roja, sino que cuando no la hay, no se acometen las obras y cambios necesarios para amparar a la población. Los recursos deben priorizarse hacia necesidades básicas para hacer frente al calentamiento y sus impactos, impulsar la paz y no la guerra, la sanidad y la educación. Las burbujas financieras que se alimentan no crean riqueza.

Nada o muy poco cambiará si la política se reduce a rifi-rafes, enfrentamientos entre los partidos políticos en ese juego competitivo para ser, como sea, el primero, el verdadero, para poder imponer sus deseos, lo que daña la democracia y el interés general. Menos aún cuando va acompañado de mentiras, deslegitimación de los Gobiernos, polémicas confusas o sin contenido, falsas denuncias o anónima para debilitar los controles democráticos, o aniquilar al adversario.

Vivimos momentos de no retorno, inciertos y difíciles. Solo dialogando, acordando, colaborando entre todas las fuerzas políticas y democratizando nuestras Instituciones podremos afrontar los retos que afecta a todos en este siglo XXI.

Los retos son evidentes, los efectos del cambio climático, la salud, el envejecimiento y la precariedad. Necesitamos un marco de entendimiento. Ese marco no es otro más que la democracia y la libertad. Ese marco no es otro más que la justicia social.

 

JON GORROTXATEGI



Categorías:LIBRE EXPRESIÓN

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