La promesa

 

Desde Bélgica (en coproducción con Francia) y la conciencia crítica, nos llegó una de las mejores películas sobre  la miseria moral y la regresión social europea que subyace sobre «los sin papeles», La promesa (La promesse, 1996), la película que nos permitió conocer a Luc y Jean-Pierre Dardenne. Estos mediante un guion sólido, seco y directo que avanza inexorablemente a un final sin solución, nos proponen una panorámica desnuda y colectiva con el que ponen en evidencia la existencia del sustrato de la economía que se beneficia del expo0lio de la emigración.
Los nuevos negreros son gente próxima, aquí resultan ser una familia, un padre y un hijo adolescente que hacen de este negocio, del tráfico de clandestinos, un modo de vida que les une desde un punto de vista familiar, constituyéndose tanto en verdugos de la historia como en víctimas de sí mismos. Esto es lo que subyace detrás de lo que, aparentemente, resulta una pequeña anécdota sin mayor grandeza, pero que irradia una trágica significación. El método consiste en dar vida a dos personajes (el adolescente Igor y su padre, Roger), sobre este trasfondo a través de la contraposición entre ambos sobre el hecho cotidiano del accidente mortal de un trabajador sin papeles, mientras que el padre trata de escamotear su responsabilidad, el hijo asume la responsabilidad de ayudar a la viuda, alguien con una historia y una dignidad, en cumplimiento de una promesa hecha al moribundo.
El muchacho (Jerémie Rénier) adquiere inesperadamente una conciencia del mundo en que vive, de la actividad a la que se dedica como ayudante de su padre, un tipo corriente que va a lo suyo y al que el afán de beneficio le ha hecho perder sus escrúpulos, sin embargo, no está exento de una cierta ternura, de una justificación (del «Esto es lo que hay) lo que, evidentemente, desde el momento en que se instala en semejante negocio, no le redime de sus abusos, de su crueldad, aunque esta pueda resultar involuntaria. La relación entre Igor y Roger, muy bien explicada en la primera parte de la película, se verá seriamente afectada por una promesa que abre una entrañable relación entre Igor y Assita, la viuda de Harnidou. El muchacho va creciendo en la medida en que sus actos tienen repercusiones en las que nunca antes no podía haber pensado, y sobre las cuales permanecía ajeno mientras tomaba su trabajo como parte de sus juegos y diversiones. Como corolario, se invita al espectador a que reflexione sobre su verdadero sitio en una historia que puede ocurrir en cualquier rincón de una Europa en la que la única «luz» proviene del beneficio fácil.
La película sigue siendo bastante asequible, y tiene un valor añadido ya que se trata de la primera de una pareja que se ha mantenido en la primera línea del cine de un país en el que parece que “nunca pasada” y cuyo pasado colonial puede resumirse con el nombre de uno de los mayores genocidas de todos los tiempos: Leopold II…Se encontraba en FILMIN como otras obras de estos hermanos cineastas y solidarios.

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